
La envidia, ¡ deporte nacional !
Cumpliendo una promesa a mi amigo don Andreu Garrigó, y ante el intenso debate que se contrajo en nuestras misivas, algo debemos anclar en este punto, y es que, algo nos pasa como sociedad, que no llevamos bien el éxito ajeno. Y sí, la nuestra no
es una sociedad que adule o reconozca precisamente al triunfador, más bien al contrario: lo juzga, lo crucifica y en la mejor de las opciones, se deja caer un “es una cuestión de suerte”.
Tengo que decirles, dejando de lado el espectro político, que todos los que asumen el liderazgo en sus correspondientes sectores no se debe , en absoluto, a una cuestión de suerte. Más bien al contrario: trabajo constante, muchísimo ingenio,
asunción infinito de riesgos y responsabilidades y, lo más difícil, acertar en el modelo.
A estas alturas, ¿alguien piensa que el imperio Zara, Mercadona, Grifols etc. , es una cuestión de suerte? Imagino y espero que NO.
Muchos de ustedes se sorprenderían de las barbaridades que se dicen en el sector empresarial, o profesional. Hemos llegado al punto de criticar a aquél que ni tan siquiera conocemos, aquél que no sabe de nuestra existencia, y sólo porque las cosas le van mucho mejor que a nosotros.
Y es que , encontrar a alguien que alabe a su competidor es algo verdaderamente difícil, por no decir imposible. Lanzamos una cantidad de “mierda” a aquél que, en apariencia, hace mejor las cosas, que no nos importa el volumen de basura verbal que escuchamos, lo importante es degradar y menospreciar a quien nos genera envidia. Esto se reproduce en todos los sectores, en todos, desde el profesional privado, al empleador, pasando por el sector político y/o, funcionarial y es que, tal y como andamos como sociedad desde un punto de vista espiritual, la envidia parece haberse instalado como un parásito en nuestra psique.
Pero hay un dato relevante y que se erige como un aviso a navegantes: cuando criticas algo desde la envidia, ese mensaje es recibido por el emisor, y no tardará mucho éste cuando abandones el foro en el que te encuentras, en decirles a los demás: “joder, ¡¡que envidia le tiene!!”. Asi que, hay que darse cuenta de que si vas a hablar mal de alguien piénsatelo antes, porque con toda seguridad, quien va a quedar seriamente retratado vas a ser tú.
Y lo verdaderamente preocupante, es que muchos de los que hoy critican asuntos tan flagrantes como Caso Urdangarin, Bárcenas, ERES de Andalucía, lo hacen desde la envidia, no desde la conciencia de quedar horrorizados por la más que cuestionable conducta impropia de alguien que representa intereses públicos, sino de pensar que “yo no pude o no tuve esa suerte”, que la vida no me “colocó” en ese punto de camino fácil para resolver en un “plis” las cuestiones materiales propias del día a día. Se hace necesario recordar aquél aforismo popular “cree el ladrón que todo el mundo es de su condición”.
Así que estaría bien, en lo sucesivo, cuando veamos a un tercero que triunfa, aunque ese tercero sea nuestro competidor, seamos capaces de reconocer el éxito ajeno y aprendamos de él, que palabras de alabanza y reconocimiento salgan de nuestra voluntad y más aun, cuando escuchemos a alguien inclinarse por esa vía, la de la basura, cerremos el grifo de la conversación, así de este modo no habrá receptor del mensaje con las consecuencias que ello implica.
A éstas alturas podemos afirmar que, por lo general, la gente ha confundido “felicidad” con “acumulación de patrimonio”, y les aseguro que son cosas completamente distintas. La envidia y la codicia como agregados del EGO, han destrozado a miles de personas de toda clase de estamentos sociales, hasta el punto de alcanzar depresiones y, en ocasiones, el suicidio.
Darse cuenta de estos factores dentro de nuestra psicológia es el mejor remedio para ponerles freno, así que en adelante, intentemos premiar a aquél que por cuestiones de la vida, ésta le funciona mejor. Y finalmente recordad, cuando habláis mal de alguien, en el fondo a quien verdaderamente dejáis en evidencia es a vosotros mismos, porque quien habla del burro es porque quiere comprarlo. (27/04/13)
Daniel Vosseler

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