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Ya hace tiempo que tenía la intención de hilvanar, a modo de esbozo, cuál es el verdadero sentido de la realidad social en la que nos encontramos. Desgraciadamente, y este es un dato aterrador, absolutamente aterrador, el dramático número de personas que se suicidan cada día por el crudo escenario que deben encontrarse a diario, es cada vez mayor.

 

Creo que todos recordamos las terribles cabeceras de todos los medios de comunicación, donde personas que iban a ser desahuciadas y lanzadas literalmente de sus domicilios, se quitaban la vida a causa del atroz escenario al que debían hacer frente, y todo ello, por haberlas llevado a un callejón sin salida. Un callejón donde uno, en la mayoría de los casos está  solo.

 

Y claro, escucho atónito a los departamentos de economía que lo primero, lo esencial, es salvar el sistema financiero y económico. Que una vez se estabilice lo económico, podremos volver a la senda del Estado del bienestar, o como quieran llamarlo.

 

Pienso sinceramente, que hemos prelado lo material a lo espiritual, que el mundo del ego gobierna sobre la conciencia, y como si nada. Estamos muy enfermos, pero mucho si aceptamos que el capitalismo en esencia tiene preferencia a la vida, a la salud y a las personas. ¿Cómo pretendemos avanzar si salvamos antes a bancos que a farmacias? ¿ Cuánta gente tendrá que sangrar porque hemos aceptado unas reglas del juego ajenas a la moralidad y a la ética más elemental.

 

Quizás el ejercicio sea fácil; ¡como a mí no me toca!, ¡como esto no va conmigo…!, como es a mi vecino, ¿ verdad? . Les diré que los delitos, que también los hay de orden moral, también se cometen por omisión;  no ayudar a tu prójimo cuando estás en disposición de poder hacerlo es simplemente situarte en el plano de la complicidad amoral de un sistema que, permítanme ustedes, es absolutamente egoísta e insensible con las personas. 

 

Ayer, precisamente ,tuve el privilegio de asistir a una reunión con personas que habían sufrido lesiones medulares graves ( tetrapléjicos), un colectivo maravilloso que, y valga la paradoja, habiendo perdido un nivel importante de funcionalidad, a la contra te ofrece  cuanto puede ofrecer en ese momento: generosidad extrema y un cáliz de sensaciones positivas que una huella vitalicia ha dejado en mí.

 

No debe olvidarse que las personas con problemas, sobretodo las que tienen problemas extremos, no se ven pero les aseguro que están ahí. Con casi plena seguridad les diré que a esas personas no se las van a encontrar ni de fiesta ni en el cine, pero viven en el mismo mundo que ustedes, por lo que intentemos,  en la medida de lo nuestras posibilidades,  hacer piña contra toda política que no priorice el bienestar vital de cada ser humano.

 

No sirve de nada empujar la bolsa a los 20.000 puntos si para ello tenemos que desahuciar a un millón de personas, o que el paro escale aún más a niveles desconocidos en cualquier país que diga denominarse “ avanzado”. No esperen que los cambios vengan de lo macroeconómico o que un político aparezca con una barita mágica y nos arregle este desparrame social en el que nos encontramos.

 

Haga usted lo que pueda, simplemente lo que pueda en virtud de sus posibilidades, le aseguro que no encontrará mayor bálsamo para su bienestar si ayuda desinteresadamente a alguien.

 

Como me enseño uno de mis maestros:  "sólo en el camino del dar sin esperar nada a cambio y en el agradecimiento,  puede encontrarse lo que comúnmente llamamos  felicidad”.

 

Publicado en "e-notícies" el 31 de octubre de 2013.

 

LAS PERSONAS Y EL DINERO

"Estamos muy enfermos, pero mucho si aceptamos que el capitalismo en esencia tiene preferencia a la vida, a la salud y a las personas. ¿Cómo pretendemos avanzar si salvamos antes a bancos que a farmacias? ¿ Cuánta gente tendrá que sangrar porque hemos aceptado unas reglas del juego ajenas a la moralidad y a la ética más elemental.

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